Naciones Unidas (PL) Las imágenes de niños durmiendo en el piso detrás de unas rejas y el llanto desconsolado de otros que también están detenidos en Estados Unidos por su condición de inmigrantes ilegales han estremecido a millones de personas en todo el mundo.
Aunque entraron junto a sus padres, las autoridades estadounidenses los separaron de sus familias y los mantienen retenidos bajo la política de tolerancia cero contra migrantes.
Los abusos hacia los menores de edad dispararon alarmas en la ONU y en su Consejo de Derechos Humanos, que condenaron esas prácticas cuyas nefastas consecuencias podrían ser irreversibles.
Así advirtió el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y destacó cómo las separaciones de sus familias supone un gran trauma para los niños y los hace mucho más vulnerables a la explotación y los abusos.
Desde octubre del año pasado, cientos de niños centroamericanos han sido detenidos en la frontera y apartados de sus padres, quienes desconocen ahora el paradero de sus hijos.
El bienestar de los más pequeños debe constituir la prioridad y Estados Unidos necesita tener en cuenta tal premisa a la hora de aplicar sus leyes migratorias, resaltó Unicef.
Pero en estos momentos, la falta de un registro adecuado hace que el seguimiento y la reunificación resulten particularmente desafiantes, y se teme que muchos no puedan reunirse con sus padres nuevamente, según un reporte de expertos en derechos humanos de ONU.
Los relatores especiales no solo rechazaron la política del presidente Donald Trump de separar a las familias migrantes, también criticaron su orden ejecutiva -firmada el 20 de junio- pues deja a la deriva a miles de niños retenidos en la frontera con México y no aborda su actual situación.
En ese sentido, demandaron al gobierno de Estados Unidos que libere a los menores y los reúna con sus padres. «La detención de niños es punitiva, obstaculiza gravemente su desarrollo y en algunos casos puede equivaler a tortura», señala el reporte.
Además, los relatores especiales advirtieron que los niños son utilizados como un elemento disuasorio para la migración irregular, «lo cual es inaceptable».
Los expertos de ONU expresaron gran preocupación por la política de tolerancia cero de la actual administración de la Casa Blanca, firmada por el Fiscal General el 6 de abril de 2018, la cual permitió que separaran a las familias al entrar de manera ilegal al país.
Estas separaciones se realizan sin previo aviso y dejan a los padres sin ningún tipo de información sobre el paradero de sus hijos.
Tanto los expertos independientes de ONU como los altos funcionarios del organismo multilateral expresan alarma por el impacto y el trauma a largo plazo que tienen esas separaciones forzosas.
De acuerdo con informes de Naciones Unidas, varios de los niños detenidos presentan discapacidad y necesitan apoyo especializado, incluso hay algunos que fueron separados de sus madres aún siendo lactantes de unos pocos meses.
Preocupación entre altos representantes de ONU
La separación de los niños migrantes de sus padres ha provocado gran consternación entre la comunidad internacional y tras destaparse el escándalo, varios representantes de ONU se opusieron a la medida impulsada por Estados Unidos.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, indicó por medio de un comunicado que los niños no deben ser separados de sus padres y enfatizó en la necesidad de preservar la unidad familiar.
Como cuestión de principio, Guterres cree que los refugiados y los migrantes siempre deben ser tratados con respeto y dignidad, y de conformidad con el derecho internacional vigente, según dijo en el comunicado.
Por su parte, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad Al Hussein, subrayó que es inadmisible que un Estado aparte a los niños de sus padres, lo cual consideró una política abusiva.
Hasta la fecha, las autoridades norteamericanas han separado más de dos mil 300 niños de sus familias: esos menores son castigados porque sus padres entraron sin documentos al país, lamentó.
La idea de que un Estado intente disuadir a los padres de una entrada ilegal y utilice para ello tales políticas es inadmisible, reiteró y llamó a ponerle fin inmediatamente a esa práctica.
En tanto, el alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, instó a Estados Unidos a dar prioridad a la unidad familiar y al interés del menor cuando se implementen nuevas políticas.
«Hay métodos efectivos de garantizar el control de una frontera sin exponer a las familias al trauma psicológico de la separación», resaltó.
Ante las numerosas críticas, la secretaria estadounidense del Departamento de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, rechazó que deban disculparse por la política mediante la cual inmigrantes indocumentados son separados de sus hijos al cruzar la frontera.
Para Nielsen se trata de algo que debe hacerse y «no nos disculparemos por hacer nuestro trabajo».
Mientras tanto, Trump no da señales claras de cuál será el rumbo en el futuro, sigue con sus continuos cambios de opinión y culpa a los demócratas de obstaculizar una solución definitiva.
Precisamente, en medio de la polémica y el rechazo a la política migratoria norteamericana, Estados Unidos anunció su salida del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Esta decisión sigue a una serie de medidas aislacionistas similares promovidas por Trump, como la retirada del Acuerdo de París sobre cambio climático, el Pacto Mundial sobre Migración y el acuerdo nuclear de Irán.
Todo ello lo hizo en menos de dos años la actual administración de la Casa Blanca, que impulsó también la salida de Estados Unidos de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Además, recortó de forma dramática las contribuciones a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, lo cual llevó casi al colapso a la entidad que proporciona ayuda vital a esa población árabe.
En varias ocasiones, el presidente estadounidense ha realizado duras críticas contra la ONU, y amenaza con disminuir aún más los fondos destinados a la organización multilateral cuya sede principal está ubicada -precisamente- en la norteña ciudad estadounidense de Nueva York.